Arthur Kipps ha vivido aterrado a partir de una experiencia que enfrentó en su juventud. Los terribles eventos que le han sucedido deben ser contados ante un público conformado por familiares y amigos, por lo que decide escribir su historia y buscar la ayuda de John Morris, un escéptico director de escena para que lo oriente a interpretar adecuadamente su texto. Para esto se citan en un viejo teatro.

Durante el primer acto, que más bien es de carácter expositivo, el público conoce los pormenores preliminares de la historia y siente la atmósfera inglesa de principios del siglo XX.

En el segundo acto, la historia va provocando risas nerviosas que culminan en gritos de franco terror y pavor al final de la historia. Logrando que cada persona se paralice de miedo en su butaca ante todos los fenómenos inexplicables que está presenciando.

A fin de cuentas el espectador es quien descubre que la leyenda de “La Dama de Negro” va más allá de una ficción teatral.